La infamia de los denominados daños colaterales -la muerte de civiles como consecuencia de errores en la ejecución de planes militares- amenaza con perseguir al Pentágono incluso tras la retirada de sus últimas tropas de Afganistán. El ataque preventivo que el domingo instrumentó un dron contra un vehículo supuestamente cargado de explosivos -una “amenaza inminente”, pretextó Washington- mató a una decena de civiles de la misma familia, más de la mitad niños, en una densa barriada del noroeste de Kabul. Medios internacionales como el diario The New York Times y la agencia France Presse han hablado con miembros de la familia Ahmadi, mientras el Comando Central de EE UU investiga lo sucedido.