A Jens Stoltenberg (Oslo, 62 años) le ha tocado la amarga tarea de estar al frente de la OTAN durante la indecorosa desbandada de los aliados occidentales en Afganistán. Para más inri, al secretario general de la Alianza le quedan solo unos meses en el cargo, por lo que difícilmente tendrá tiempo para compensar en su currículum el baldón de la espantada ante la llegada de los talibanes a Kabul. “Rompe el corazón ver el sufrimiento, la tragedia que está sufriendo Afganistán”, reconoce Stoltenberg durante una entrevista por videoconferencia concedida este miércoles a EL PAÍS y un reducido grupo de medios europeos. La afabilidad sobria del ex primer ministro noruego se ha tornado taciturna desde la caída de Kabul el pasado 15 de agosto. Y su agitación interior parece traducirse en una gesticulación habitualmente contenida y ahora casi meridional. Pese a las críticas de estos días, el secretario general de la OTAN defiende a capa y espada la fortaleza de la alianza occidental y asegura que “Afganistán no cambia nada”.