Desde los ventanales del inacabado Centro Cultural de Bamiyán hay una espectacular vista de los huecos donde se erigían los Budas Gigantes hasta que los talibanes los dinamitaron en marzo de 2001. A la sombra de esas cicatrices, y de la riqueza arqueológica del valle en el que se hallan, surgió el BCC, como se conoce el proyecto por sus siglas en inglés. Tras varios retrasos, la inauguración estaba prevista antes de fin de año. El regreso de los fundamentalistas al poder ha abierto un gran interrogante sobre el futuro del BCC y del patrimonio cultural de Afganistán, en general. De momento, quieren tapiar la cristalera.